De repente, hemos aprendido a valorar la importancia de las pequeñas cosas. Un montón de pequeños detalles en nuestras vidas y cuestiones que antes no tenían trascendencia ─un paseo por el parque con los peques o una tarde de cine─ se revelan como las actividades que dan color a nuestros días y los llenan de sentido. Igual nos sucede con nuestros conciudadanos: personas que eran casi invisibles hace pocas semanas ─ personal sanitario y limpiadoras, quienes atienden la caja de los supermercados, reparten alimentos, vigilan las calles y recogen las basuras─ han adquirido una consideración social diferente hasta convertirse en nuestros nuevos héroes.
Sí: la realidad de una pandemia nos ha obligado a parar nuestras vidas y revisar nuestras prioridades. Y en esta parada obligatoria nos hemos dado cuenta de la importancia de las pequeñas cosas; igual que hemos comprendido, en unos pocos días, la trascendencia real que tienen para nuestro día a día un montón de personas anónimas.
Apostar por la tranquilidad
En OHMIO amamos los placeres sencillos y, de entre todos ellos, elegimos la tranquilidad del hogar como el más valioso para nosotros. De hecho, desde que pusimos en marcha esta empresa, quisimos que toda la comunicación que envuelve nuestros productos reflejara constantemente este principio; porque lo que nos inspira para avanzar en la producción y comercialización de nuestra cerradura de pestillo fijo es conseguir más tranquilidad en los hogares y aportar a quienes nos eligen un cierre suave y una seguridad sin estridencias para su casa. Nunca nos habíamos olvidado de que este era el leit motiv de nuestra compañía, pero estos días de encierro en casa, unidos frente a las malas noticias, nos hemos reencontrado con nuestros principios y nos hemos reafirmado en ellos.
Aprender de estos duros días
Estamos aprendiendo mucho de nosotros mismos y de nuestras sociedades en muy pocos días. Estamos mirando de otro modo hacia nuestro interior, hacia esos detalles que antes éramos incapaces de apreciar. Por eso en OHMIO estamos seguros de que, cuando todo esto pase y podamos salir y entrar, regresaremos a nuestra rutina habiendo aprendido lecciones muy importantes. Saldremos todos doloridos, pero mucho más sabios. Hasta entonces, paciencia y ¡quédate en casa!